Ese motor que te da fuerza, rabia, determinación. Ese motor que te da un motivo para volver a casa, para buscar otro gran éxito, para trabajar, cansarte, esforzarte, para alcanzar la meta final. Ese motor que, después, decide hacerte descansar justo entre sus brazos. Fácil. Mágico. Perfecto. Ese motor amor. Pero no todo es felicidad. ¿Y si un día vemos cómo ese motor se nos va? Podemos aferrarnos a él, pero siempre acabará huyendo. También podemos dejarlo ir, si vuelve sabremos si ese amor nos pertenecía desde el primer momento, si no vuelve habremos perdido esta batalla. Y esto no quiere decir que las que vengan a continuación las perderemos, con ese fallo aprenderemos a jugar en esta guerra llamada ''amor''.
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