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lunes, 19 de noviembre de 2012

pulgada a pulgada


Me cuesta recordar la última vez que fui feliz, lo que sentía al tenerte, la certeza de que no ibas a huir sin importar la guerra previa. Nos creía fuertes, construcción eterna con cimientos que ni el viento podría llevarse. Vivo negándome que te has ido, que no quieras volver a oír mis pasos cortos con tus zancadas largas,  sin querer volver al mundo real...Todo lo que me has dejado es un gran montón de mierda. Un enorme cúmulo de nadas. La cabeza llena de recuerdos que me parece impensable que no te torturen por las noches como a mí: Aquel raro diciembre, el invierno más frío y más bonito a tu lado,    las infinitas tardes de alegría, los secretos de la primavera, los atardeceres en "el banco de los enamorados", la misma hora y el mismo sitio los viernes, las discusiones sin sentido que siempre tenían reconciliación entre besos y caricias, los abrazos en el mar, los besos de sal, todas las vueltas con música callejera, bailes improvisados, bromas espontáneas, noches cortas observando estrellas, momentos mágicos que incluso me hacían pensar que todo lo que estaba viviendo era un sueño (muy bonito para ser cierto) , los insultos más dulces, los impulsos más increíbles, amor en estado puro, placer máximo...infinitos 'te quiero' lo más verdadero pronunciado por tus labios...las lágrimas más conmovedoras, las risas que arreglaban el mundo que un día quisiste comerte conmigo, las calles de esta ciudad que ahora me pesan, imaginándome a tu lado en cada esquina, en cada piedra que pisamos...cada beso que inventamos, cada sueño que tuvimos con la esperanza de poder hacerlo realidad algún día.

Acostumbrarme diariamente a repetirme mentalmente "no te gires, no corras hacia él, no le abraces, no supliques". Girar la esquina y secarme las lágrimas que no sé si alguna vez podré volver a contener. 

Te echo tanto de menos que he dejado de escribir.





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